Grosso modo, se podría decir que apenas empleamos latinismos a la hora de escribir ensayos o redactar textos académicos. Sin embargo, el empleo de los mismos es conditio sine qua non para denotar un registro lingüístico culto y para dotar al texto de cierta erudición —aunque solo sea ad hoc—. Nuestro modus operandi puede ser el siguiente: consultar la siguiente página sobre latinismos —avalada por la Fundéu— y buscar, acto seguido, en un corpus de la RAE —e.g. el CREA o el CORDE— el latinismo adecuado, no solo para saber el contexto en el que se utiliza, sino para no cometer ningún lapsus calami. Estamos seguros de que nadie querrá quedar mal motu proprio haciendo un mal uso, stricto sensu, de las locuciones latinas, y escribir barbaridades como «motu propio», «a grosso modo» o «estrictu sensu».

Lo cierto es que si recurrimos a cualquiera de los cuatro corpus disponibles en la página de la RAE, encontraremos testimonios de locuciones latinas mal empleadas, no solo por su contexto, sino también a la hora de escribirlas. Véase el ejemplo de «a grosso modo», que aparece hasta en el CREA en un total de 16 documentos pertenecientes a diarios de tirada nacional, documentos radiofónicos y monografías. Lo mismo ocurre con el empleo de la locución statu quo y su variante —incorrecta, según el DPD— «status quo», que aparece hasta en 86 ocasiones, en textos de célebres figuras como Ramón Tamames o Salvador Giner.

El uso de «status quo» en lugar de statu quo es un uso incorrecto que, consciente o inconscientemente, se repite en infinidad de textos académicos. No obstante, y de aquí parece proceder la confusión, en inglés se emplea la locución status quo, pues además es la que recogen los diccionarios de Oxford y Collins. Esta locución, sin embargo, procede de la expresión latina in statu quo ante bellum, cuya traducción sería «el estado en el que estaban las cosas antes de la guerra». La Academia, siguiendo los criterios etimológicos de dicha expresión, recomienda el uso de statu quo, pues este se encuentra en caso ablativo, como ocurría en latín. La confusión, además, se acentúa si tenemos en cuenta la repercusión que tuvo el grupo británico Status Quo en las época de los setenta y los ochenta.

Otro caso destacable es el de la palabra currículum; según el DPD, la palabra está adaptada al castellano, por lo que se escribe en redonda y no en cursiva, como otros latinismos. Su plural ha dado lugar a confusiones y posteriores aclaraciones por parte de la Academia. Se considera incorrecto el uso de currícula (neutro plural de curriculum, -i), puesto que se entiende que el plural terminado en -a es propio del latín y no del castellano, por lo que el uso correcto sería currículums; no obstante, existe la alternativa currículo y su plural currículos. En cuanto a la expresión curriculum vitae, la forma correcta de escritura sería en cursiva y sin acento, puesto que se considera que es una expresión latina.

Más ejemplos de errores comunes los tenemos en las expresiones mutatis mutandis «cambiando lo que se debe cambiar» —y su variante «mutatis mutandi»—, en persona non grata y su deformación «non grato» —también incorrecta— y en la conocida frase atribuida a César tras la Batalla de Zela (47 a.C.) veni, vidi, vici «llegué, vi y vencí» y las respectivas malformaciones, como «vini, vidi, vinci» o «veni, vidi, vinci», donde se hace un mal uso del tema de perfecto del verbo vinco, -is, -ere, vici, victum ‘vencer’.

Por lo tanto, y como hemos visto a lo largo de este artículo, es preciso hacer un buen uso de los latinismos y expresiones latinas no solo para ser rigurosos con lo que aprueba la RAE —que coincide con el uso etimológico—, sino también para poder demostrar cuán importante es el conocimiento del latín, en tanto que diferencia a aquellos que, queriendo aparentar, lo hacen mal, y a aquellos que, recurriendo a nuestra alma mater, respetamos la lengua de nuestros antepasados. Dixi.

Artículo original publicado en Unono.net por Rubén Conde